jueves, 10 de noviembre de 2011


Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. 
Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. 
Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. 
El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. 
Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. 
El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar este mundo al final de cada jornada.

Lou Marinoff

El amor verdadero vive para siempre....


Una pareja de jóvenes estaban muy enamorados y se iban a casar. Unos meses antes de la boda, la novia tuvo un accidente y quedó con el rostro totalmente desfigurado...

"No puedo casarme contigo”, le comunicó en una carta a su novio, “quedé marcada y muy fea para siempre, búscate a otra joven hermosa como tú te mereces, yo no soy digna de ti”

A los pocos días la muchacha recibió esta respuesta de su novio: “El verdadero indigno soy yo, tengo que comunicarte que he enfermado de la vista y el médico me dijo que voy a quedar ciego... Si aún así estás dispuesta a aceptarme, yo sigo deseando casarme contigo”

Y se casaron, y cuando lo hicieron, el novio estaba ya totalmente ciego. Vivieron 20 años de amor, felicidad y comprensión, ella fue su lazarillo, se convirtió en sus ojos, en su luz, el amor los fue guiando por ese túnel de tinieblas.

Un día ella enfermó gravemente y cuando agonizaba, se lamentaba por dejarlo solo entre esas tinieblas. El día que ella murió, él abrió sus ojos ante el desconcierto de todos.,“no estaba ciego” - dijo- “fingí serlo para que mi mujer no se afligiera al pensar que la veía con el rostro desfigurado, ahora mi amor descansa en ella”


El verdadero amor ve más allá de la belleza física, porque el verdadero amor, ve con el corazón...
Vivimos en un mundo de apariencias, donde se califica a las personas según su aspecto físico, pero el verdadero amor embellece más que el más caro tratamiento de belleza; la belleza se acaba, pero el amor verdadero vive para siempre....
Ashè mis príncipes y princesas!


El águila empujó gentilmente sus pichones hacia la orilla del nido. Su corazón se aceleró con emociones conflictivas, al mismo tiempo en que sintió la resistencia de los hijos a sus insistentes empujones.

¿Por qué la emoción de volar tiene que comenzar con el miedo de caer?, pensó ella.

El nido estaba colocado bien en el alto de un pico rocoso. Abajo, solamente el abismo y el aire para sustentar las alas de los hijos.

¿Y si justamente ahora esto no funcionase ?, se decía.

A pesar del miedo, el águila sabía que aquel era el momento. Su misión estaba presta a ser completada; restaba todavía una tarea final: el empujón. El águila se llenó de coraje.

Mientras sus hijos no descubriesen sus alas no habría propósito para sus vidas. Mientras ellos no aprendieran a volar no comprenderían el privilegio que era nacer águila.

El empujón era el mejor regalo que ella podía ofrecerles. Era su supremo acto de amor. Entonces, uno a uno, ella los precipitó hacia el abismo.

¡¡Y entonces volaron!!.

(Autor desconocido)

A veces, en nuestras vidas, las circunstancias hacen el papel del águila. Son ellas las que nos empujan hacia el abismo.
Y quien sabe… tal vez sean ellas, las propias circunstancias, las que nos hacen descubrir que tenemos alas para volar…

GRACIAS!!