Inana Ishtar




El propósito de hablar de Inanna/Ishtar/Astarté es porque esta Diosa, (con relaciones lunares pero no restringida por las mismas), es el orígen de muchos mitos que se repiten en diferentes culturas y tiempos ( desde el Diluvio "universal" al Descenso a los Infiernos). Al mismo tiempo, muchas divinidades femeninas de aparición posterior presentan como principal alguno de sus atributos y sólo ahondando en estas figuras míticas (en sus historias secundarias) se alcanza a ver el nivel de complejidad que de entrada tiene Inanna, a quien la historia ha tenido a bien conservar como una figura más completa.

La cultura mesopotámica reúne varios pueblos, a través de un periodo de tiempo de aproximadamente 3000 años; acadios, babilonios, casetas y asirios, por lo que existen múltiples variaciones en los parentescos y jerarquías de los dioses del panteón.
Cabe señalar que, para los Mesopotámicos, "la Luna" es masculina, es Sin/Nannar o Nanna. Gobernaba el paso de los meses, con sus cambios de fase resultaba un dios misterioso y era aquel “cuyo corazón profundísimo ningún dios podía penetrar”, al final del mes los demás dioses venían a consultarle y escuchar sus decisiones y consejos. Se le representaba como una anciano de larga barba blanca color lapislázuli y cubierto con un turbante, su símbolo era la luna creciente. Se le emparejaba con Ningal o Nigal (la gran señora).

Ishtar, llega a ser Diosa del Cielo, la Tierra y el Inframundo, y sin duda es la divinidad femenina de mayor importancia de todo el panteón tanto sumerio como semita. Hija de Sin o de Anu, es la representación del planeta Venus. Su nombre sumerio es Inanna. Es la diosa de la sensualidad/sexualidad y de la guerra; los dos primeros atributos se resaltaban cuando se la mostraba como hija de Anu o An (Dios Celeste, a la cabeza del panteón) y el tercero lo recibía más a menudo como hija de Sin (Dios Luna, hijo padre de Shamash -dios sol-, así como de Nusku, dios del fuego). Se la ha situado como esposa de Ashur al que acompañaba en las campañas militares.
Se la representaba en un carro tirado por siete leones (su animal sagrado) y llevando un arco en la mano. Sus amantes eran múltiples y era implacable con ellos, existen numerosos mitos a este respecto (...). Como diosa guerrera se la adoraba en Nínive, sin embargo en Erech era adorada como diosa del amor y de la voluptuosidad, apareciéndose con un cortejo de “cortesanas, muchachas de placer y prostitutas”, también se le rendía culto en Uruk, Agade, Kish y Arba´il.

Está relacionada con Afrodita/Venus ( relacionada con el planeta que lleva su nombre), también con Rhea/Gea, madre (y mítica antecedente) de Deméter/Ceres (todas ellas diosas de la tierra), pero por sus atributos "violentos" puede relacionarse de varias formas con Artemis/Diana (ahora sí, diosa lunar). No es una diosa "maternal", sin embargo, es de ella de quien depende la fecundidad de los vivientes.


Cuando el Dios Zeus vio a Europa, la hermosa hija del rey de Fenicia (la actual Líbano) y, tomando la forma de un toro, la raptó y, con ella al lomo, cruzó a nado el Mediterráneo hasta la isla de Creta. Allí tuvieron tres hijos, entre ellos Minos, aquel que con el tiempo se relacionaría con el comienzo de la civilización cretense.

Frustrado en sus aspiraciones al trono, Minos apeló a Poseidón, Dios de los mares, para que le concediera una señal del favor divino. En respuesta, Poseidón hizo que un toro divino, de un blanco puro, surgiera del mar. Minos prometió ofrecer en sacrificio el hermoso toro al Dios, pero quedó tan cautivado con él que, en vez de eso, lo guardó para sí. Como castigo, el Dios hizo que la esposa del rey se enamorara del toro y se apareara con él; el descendiente fue el legendario Minotauro, una criatura medio hombre, medio toro.

Entonces, Minos le encargo al divino artesano Dédalo que construyera, en la capital cretense de Knossos, un laberinto subterráneo del cual el hombre-toro fuera incapaz de escapar: el Laberinto.

Una enorme escultura de piedra de los cuernos de un toro recibe al visitante en las ruinas excavadas de Knossos, pero no los restos del Laberinto. Sin embargo, no se ha olvidado su recuerdo y su forma circular, con muros circulares concéntricos, con pasajes bloqueados por radiales .

Ciertamente, recuerda al trazado del emplazamiento del Golán, y nos hace volver a la Epopeya de Gilgamesh y al encuentro de los héroes con el Toro del Cielo.

Según cuenta la epopeya, en la última noche antes de intentar entrar en el Bosque de Cedros, Gilgamesh vio elevarse atronadora una nave espacial en un llameante ascenso, desde el Lugar de Aterrizaje. A la mañana siguiente, encontraron la entrada al recinto prohibido; pero, justo cuando iban a entrar, un guardián robótico les cerró el paso. Era «poderoso, sus dientes como los dientes de un dragón, su cara como la de un feroz león, avanzaba como una avalancha de aguas». Un «rayo irradiante» emanaba de su frente, «devorando árboles y arbustos»; «de su fuerza asesina, nadie podía escapar».

Al ver el apuro en el que se encontraban Gilgamesh y Enkidu, Utu/Shamash «bajó desde los cielos para hablar con los héroes».

Les aconsejó que no corrieran, sino que se acercaran al monstruo tan Pronto como el Dios lanzara un viento arremolinado, con cuyo polvo cegaría al guardián. En cuanto esto sucedió, Enkidu lo golpeó y lo mató. Los artistas de la antigüedad representaron en sellos cilindricos a Gilgamesh, a Enkidu y a Utu/Shamash junto con el amenazador robot; esta representación recuerda la descripción bíblica de los «ángeles con la espada torbellino» que Dios puso en la entrada del Jardín del Edén para asegurarse de que Adán y Eva no volverían a entrar.

El combate fue observado también por Inanna (conocida más tarde como Ishtar), la hermana gemela de Utu/Shamash. Tenía un gran historial de seducción de varones humanos para que pasaran la noche con ella, una noche a la que rara vez sobrevivían. Cautivada por la belleza de Gilgamesh mientras se bañaba desnudo en un río cercano o una cascada, Ishtar le invitó:
«¡Ven, Gilgamesh, sé mi amante!» Pero, conocedor de su historial, declinó la invitación.
Enfurecida por su insultante rechazo, Ishtar hizo venir al Toro del Cielo para que matara a Gilgamesh. Huyendo por sus vidas, los dos héroes se apresuraron a volver a Uruk; pero el Toro del Cielo cayó sobre ellos a orillas del río Éufrates. En el momento de mayor peligro, fue de nuevo Enkidu el que se las ingenió para alcanzar y matar al Toro del Cielo.

Inanna/Ishtar, iracunda, «elevó un lamento al Cielo», exigiendo que se diera muerte a los dos camaradas. Aunque temporalmente perdonados, Enkidu murió primero; después, también murió Gilgamesh (tras un segundo viaje que lo llevó hasta el espaciopuerto de la península del Sinaí).

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