miércoles, 2 de diciembre de 2009

Inanna Isthar...



Ahogada en la ira y el dolor, Ishtar decidió descender al inframundo para reunirse con su amado, una idea que a la diosa infernal, Ereshkigal no le cayó muy bien, por lo que permitió la entrada de su hermana Ishtar con la condición de dejar una ofrenda en cada una de las siete puertas del tiempo.

En la primera puerta el demonio guardián obligó a la diosa a entregar sus sandalias, consideradas símbolo de la voluntad.
En la segunda puerta, debió dejar sus joyas, lo que equivalía a entregar el ego. 
En la tercera puerta, entregó sus ropas, que supone entregar la propia mente. 
En la cuarta, los cuencos dorados que cubrían sus pechos, que significaba entregar su sexualidad. 
En la quinta puerta, dejó su collar, éxtasis de la Iluminación.
En la sexta puerta, sus pendientes, y con ellos su magia. 
 Y finalmente, en la séptima puerta, Ishtar se despojó de su corona de mil pétalos, que simbolizaba la divinidad.
 


Una vez completamente desnuda, Ishtar pudo entrar en la Eternidad y rescatar a su amado, pero Ereshkigal se arrepintió de haberle permitido el acceso y le prohibió la salida.
Mientras tanto, en la tierra, la ausencia de Ishtar se sentía, las personas no se casaban y no nacían niños, por lo que los demás dioses tuvieron que intimar a Ereshkigal para que permitiese el regreso de la diosa del amor y la fertilidad.
Una vez que hubo recuperado todas sus pertenencias, Ishtar regresó junto con su marido y el mundo de los mortales volvió a la normalidad.

 


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